La ingesta de este rico fruto seco, asociado a la saludable dieta mediterránea, va a seguir ‘in crescendo’ y sólo el pasado año entraron en producción 20.000 nuevas hectáreas de almendro en regadío y 11.000 hectáreas en secano
La almendra, materia prima básica del turrón elaborado en Jijona, está cada vez más de moda. Dentro y fuera de las fronteras españolas. La cosecha española de almendra superó el pasado año por primera vez en su historia las 100.000 toneladas en grano y la de California (EE.UU.), el mahyor productor a nivel mundial, batió récords con 1,361 millones de toneladas. Es una lógica consecuencia de lo que dicen los expertos y empresarios del sector: el consumo de almendras se ha duplicado en el mundo en la última década. Y esta evolución al alza parece no tener fin, ni mucho menos, porque la ingesta de este preciado fruto seco está íntimamente ligada a la saludable y recomendada dieta mediterránea.
Esas cosechas récord de hace un año provocaron en gran medida cotizaciones en origen bajas para un alimento que está de moda. Es decir, la tendencia inversa a la que debiera ser natural en un mercado marcado por la más estricta ley de la oferta y la demanda, pese a la tradicional presión especulativa de los grandes operadores mundiales.
Cosa distinta es la que ocurra en el presente ejercicio una vez que la Mesa de la Almendra (compuesta por las grandes asociaciones patronales de descascaradores y exportadores de almendra y los sindicatos agrícolas más las cooperativas, además del Ministerio de Agricultura) confirme, previsiblemente, el mes de junio próximo los primeros aforos para una cosecha que, en España, vendrá determinada por los daños severos por las heladas en el puente de San José en algunas zonas de Cataluña, Andalucía, Murcia y La Mancha, importantes cultivadores de almendras. Es decir, más que previsiblemente, los precios repuntarán al alza una vez se dé a conocer la expectativa de cosecha nacional, buena parte de la cual se destina a los mercados europeos de Francia, Alemania y Reino Unido.
Lo que es innegable en este mercado de frutos secos tan de moda como su cultivo en sistema de gran explotación y muy mecanizada es que el consumo mundial está determinando su evolución en los últimos ejercicios y determinará su futuro más inmediato. Ese consumo de almendra en el mundo se ha duplicado en los últimos diez años, según explicó a finales del pasado año en una entrevista el presidente de la Asociación Española de Organizaciones de Productores de Frutos Secos y Algarrobas (Aeofruse), Antonio Pont.
El cultivo de la almendra tiene una extensión de 687.225 hectáreas (en 2019), 138.621 hectáreas más que en 2015
Calcula el empresario Pont que en España la pasada campaña 2020 entraron en producción 20.000 nuevas hectáreas de almendro en regadío y 11.000 hectáreas en secano y que para los próximos años la producción nacional seguirá creciendo a un ritmo frenético gracias a la incorporación de nuevas superficies plantadas. Incluidas las que se está desarrollando en la provincia de Alicante, también en el municipio de Xixona, uno de los grandes consumidores nacionales de almendra, por no decir el primero, debido a la posición de privilegio de su industria de turrones y dulces dentro de España y del mundo.
El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) refleja en sus últimos datos de superficies y producciones que el cultivo de la almendra tiene una extensión de 687.225 hectáreas (en 2019), 138.621 hectáreas más que en 2015, año en el que este fruto seco consiguió cotizaciones cercanas a los 8 euros/kg para la variedad comuna.
Lo que pase a partir de este mes de mayo es una incógnita, pero, independientemente de la fijación de precios globales por los grandes operadores de California, que el mayor productor mundial, todo apunta a una evolución al alza en los precios por una menor cosecha en España (segundo productor tras superar a Australia) y por el crecimiento rápido y sostenido del consumo, sobre todo en terceros países como China e India.
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