Este pequeño fragmento de la novela de Miguel de Cervantes “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” es uno de los elementos que motivaron a crear la marca tal y como se conoce ahora, bajo el nombre de Chocolates Clavileño, con el emblemático caballo de madera del mismo nombre, rodeado de fuegos artificiales
«Parecióle a don Quijote que cualquiera cosa que replicase acerca de su seguridad sería poner en detrimento su valentía. Y así, sin más altercar, subió sobre Clavileño, [el caballo de madera que han hecho construir los duques para burlarse de los protagonistas] y le tentó la clavija, que fácilmente se rodeaba
De mal talante y poco a poco llegó a subir Sancho, y acomodándose lo mejor que pudo en las ancas, las halló algo duras y no nada blandas.
Cubriéronse, y sintiendo don Quijote que estaba como había de estar, tentó la clavija, y apenas hubo puesto los dedos en ella cuando todas las dueñas y cuantos estaban presentes levantaron las voces, diciendo:
–¡Dios te guíe, valeroso caballero!
–¡Dios sea contigo, escudero intrépido!
–¡Ya, ya vais por esos aires, rompiéndolos con más velocidad que una saeta!
–¡Ya comenzáis a suspender y admirar a cuantos desde la tierra os están mirando!
–¡Tente, valeroso Sancho, que te bamboleas! ¡Mira no caigas, que será peor tu caída que la del atrevido mozo que quiso regir el carro del Sol, su padre!
Oyó Sancho las voces, y apretándose con su amo y ciñéndole con los brazos, le dijo:
–Señor, ¿cómo dicen estos que vamos tan altos, si alcanzan acá sus voces y no parecen sino que están aquí hablando junto a nosotros?
–No repares en eso, Sancho, que como estas cosas y estas volaterías van fuera de los cursos ordinarios, de mil leguas verás y oirás lo que quisieres. Y no me aprietes tanto, que me derribas; y en verdad no sé de qué te turbas ni te espantas, que osaré jurar que en todos los días de mi vida he subido en cabalgadura de paso más llano: no parece sino que no nos movemos de un lugar. Destierra, amigo, el miedo, que, en efecto, la cosa va como ha de ir y el viento lo llevamos en popa.
–Así es la verdad –respondió Sancho–, que por este lado me da un viento tan recio, que parece que con mil fuelles me están soplando.
Y así era ello, que unos grandes fuelles le estaban haciendo aire: tan bien trazada estaba la tal aventura por el duque y la duquesa y su mayordomo, que no le faltó requisito que la dejase de hacer perfecta.
Todas estas pláticas de los dos valientes oían el duque y la duquesa y los del jardín, de que recibían extraordinario contento; y queriendo dar remate a la extraña y bien fabricada aventura, por la cola de Clavileño le pegaron fuego con unas estopas, y al punto, por estar el caballo lleno de cohetes tronadores, voló por los aires con extraño ruido y dio con don Quijote y con Sancho Panza en el suelo medio chamuscados».
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Este pequeño fragmento de la novela de Miguel de Cervantes “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” es uno de los elementos que nos motivaron a crear la marca tal y como la conocemos ahora, bajo el nombre de Chocolates Clavileño, con el emblemático caballo de madera de mismo nombre, rodeado de fuegos artificiales.
Durante la historia de nuestra fábrica, desde 1880, nuestros productos se han comercializado bajo diferentes nombres: Jaime, Pillín y Cristo de Villajos. Esta nueva imagen llegó en 1960 para convertirse en la definitiva que conocemos hoy en día.
Desde entonces y actualmente, hemos seguido desarrollando nuestros productos con la misma tradición, creando nuevas e innovadoras variedades para intentar convertirnos en el chocolate preferido por los consumidores.
Este artículo está extraído de la web corporativa de Chocolates Clavileño.
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