Gestión de la innovación: del arte de acoger, acompañar y desarrollar iniciativas

Interesantísimo artículo del escritor Luis Cremades

 

En estos últimos meses, quien más quien menos, se ha encontrado a solas, conversando con aquel que siempre nos acompaña: «quien habla solo espera hablar a Dios un día».  En una de esas conversaciones, poco después de la apertura tras los primeros meses de confinamiento, cuando los vecinos salían a pasear al campo, a solas, en busca del contacto perdido, al menos, con los espacios abiertos… En una de esas conversaciones, decía, a alguien se le ocurría crear una especie de (imaginario) Museo Botánico Digital de Xixona.

Desde hace poco sigo un grupo público en Facebook, Las plantas de Xixona. Sorprende descubrir, no solo las flores y sus imágenes, sino la participación de unos y otros

Desde hace poco sigo un grupo público en Facebook, Las plantas de Xixona. Sorprende descubrir, no solo las flores y sus imágenes, sino la participación de unos y otros para identificarlas, comentarlas o preguntar sobre ellas. Se creó el 11 de junio de aquel mismo año 2020.

Quizá sea momento de preguntarse cómo acoger, apoyar y desarrollar, a través de la participación y la vinculación de los vecinos, esa variedad de iniciativas.

Tal vez las imágenes pueden incorporarse en fichas —en la plataforma actual o en otra propia— para ir completando un catálogo, museo, homenaje y base de datos de referencia de los recursos botánicos de nuestro municipio.

Algo así estaría cerca de un proyecto de «gestión del conocimiento» que incluye —ya no solo la imagen y el nombre de cada ejemplar— sino también, progresivamente, su localización, propiedades, usos tradicionales (gastronómicos, decorativos, curativos), ciclo de vida, relatos asociados, estudios científicos o propuestas de otro tipo si las hubiera.

—»¿Y todo en fichas y materiales descargables?» —me pregunta un vecino. «¿Se podría hacer una exposición con libros de ejemplares secos de cada especie como hacían los libros de los botánicos del siglo XIX?» «¿Se harían cursos de dibujo de naturaleza?»

Además del turrón —decía otro— los jijonencos ofreceríamos como recuerdo una mezcla especial de «plantas de Xixona»

Además del turrón —decía otro— los jijonencos ofreceríamos como recuerdo una mezcla especial de «plantas de Xixona» que algún estudiante del módulo de repostería o algún perfumista aficionado descubrirá

En este mismo año, ha aumentado el número de videos sobre Xixona y su entorno natural. Pero tampoco cuaja la idea de compartir un mismo canal temático, capaz de difundir los contenidos o de poner su uso a disposición de otros creadores para proyectos más amplios, a través de una narrativa que dé coherencia y continuidad a las imágenes.

Personalmente, echo de menos una serie de entrevistas con nuestros mayores recogiendo su experiencia y la valoración que hacen, con perspectiva, de su vida y su percepción del pueblo.

Igual no tiene que ver con lo dicho hasta ahora: me llamó la atención, hace no mucho, un mensaje del President de la Generalitat poniendo en evidencia los efectos negativos para la Comunidad Valenciana del sobre-crecimiento en Madrid. Entre varios detalles, comentaba la falta de «técnicos de organización» en nuestra comunidad. Yo me desarrollé profesionalmente como técnico de organización. Aunque mi primer trabajo a mediados de los 80 fuera como técnico y comercial en informática. Sé que no es fácil vender un producto a un cliente que no sabe lo que es. Algo parecido sucedió cuando traté de aportar conocimientos sobre organización al llegar al pueblo. Hubo reacciones positivas y otras muy negativas, cerradas a aprender otro lenguaje y, sobre todo, otra perspectiva de los vínculos humanos.

Técnico de organización

Un «técnico de organización» ayuda a que estructuras, pautas o hábitos no sean un obstáculo sino que faciliten logros, la mejora y la cohesión interna. Aprendemos a comprender un organigrama como el retrato de un organismo en movimiento. Nos enseña —ojalá— a metabolizar series interminables de actos administrativos desconectados como procesos de creación y cambio.

Después de diez años y ya retirado, me pregunto si merecería la pena —para nosotros y las generaciones que nos siguen— compartir esas iniciativas brillantes que surgen de uno o dos vecinos entregados a una causa, construyendo una pequeña, mínima, catedral virtual al conocimiento de este pueblo y de su entorno. (Me enamoran, disculpen la confidencia, las fotos de Santiago Josep Gómez Lledó.)

El lugar natural para el desarrollo de estas iniciativas de recopilación del patrimonio y los saberes de esta tierra serían las asociaciones. No sé hasta qué punto, las diferentes federaciones de asociaciones, o asociaciones tradicionales y con experiencia como la Sociedad de Socorros Mutuos «El Trabajo», estarían en condiciones de «apadrinar», acoger, dar estabilidad y difusión a estas iniciativas, como un vivero de proyectos que ayudan a revitalizar y diversificar actividades.

Tal vez el Consistorio pudiera abrir (si no existe ya) una «Oficina de Atención para Asociaciones», facilitando su profesionalización a través de formación

 

 

 

Tal vez el Consistorio pudiera abrir (si no existe ya) una «Oficina de Atención para Asociaciones», facilitando su profesionalización a través de formación, una «antena de subvenciones», asesoría para el diseño y redacción de proyectos, y una buena app compartida por el conjunto de asociaciones para, al menos, estar al día con sus obligaciones y derechos.

No sé bien qué haría hoy un técnico de organización en activo. ¿Sugeriría crear un entorno de «vivero» para esas iniciativas en fase de germinación? ¿Sugeriría compartir información y resultados a través de un Consejo de Asociaciones? ¿Sugeriría que el Ayuntamiento se implicara reconociendo oficialmente los aprendizajes adquiridos como competencia curricular?

Pero, si no han cambiado mucho las cosas, sugeriría sobre todo hablar, hablar mucho y muy distinto, anotarlo todo que no es caro, dejarlo reposar y darle tiempo, hablar de nuevo para darle forma en torno a algún modelo, buscar recursos, tomar decisiones… Y empezar con algo fácil, aprovechando que la nueva ortografía dominante ya es la edición de audio y video.

Si no han cambiado tanto las cosas, abriría la participación a diferentes generaciones, permitiendo que alumnos de primaria y secundaria puedan participar con sus «exploraciones botánicas», o artísticas o históricas, bajo la guía de un tutor o docente, en contacto con los mayores del pueblo.

Finalmente, habría que documentar y dejar constancia del trabajo realizado, dándole una narrativa que pueda ir fijándose y flexibilizándose, sirviendo de referencia para proyectos futuros.

Dicen del poema del Mío Cid, que si tuviera que resumirse, bastaría un solo, y famoso, verso del largo poema épico: «Dios, qué buen vasallo si hobiere buen señor«. Ahora quizá diríamos: «Dios, qué buenos vecinos si hiciéramos buen equipo».

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