La cordillera del Quarter, que sirve de límite y frontera con el término municipal de Ibi, más allá de la Canal de la Carrasqueta o en el lateral de su corazón, integra la segunda cima más elevada del extenso término jijonenco, la cima Carrasqueta a 1.205 metros, aunque en realidad está dentro del término de Ibi
Salimos plácidamente a la montaña jijonenca, como hacemos de modo regular en los meses que el sol y las temperaturas del cambio climático nos lo permiten, y dejamos el coche en nuestra particular estación base. O sea, en la mítica Venta Teresa, donde los hermanos Toni, Gloria y Mariate nos atienden con educación y cortesía a la hora del desayuno.
Hemos iniciado la marcha desde aquí bajo siguiendo la ruta PR hasta el alto o la cima de la Carrasqueta, que nada tiene que ver con el puerto, pues está situada al otro lado del canal de dicha sierra, ya en término municipal de Ibi, junto al refugio dels Esbarzerets, en la cordillera denominada del Quarter o Cuartel. Una gozada para la vista y para el olfato, pese a la generalizada falta de precipitaciones y las escasas invernales nieves.
Pero realmente vamos a contar la ruta desde el entrador del camino rural de Vivens, pues bastante tuvimos con el indesado incidente (que calificamos sin pudor de peligro mortal y lo reiteramos) en la subida y bajada del Camino Viejo de Alcoy, por donde les recomendamos que no circulen hasta que finalicen las obras de cambio de quitamiedos de hormigón en la CV 800 por la caída de abundantes piedras recubiertas de hormigón de gran peso rodando desde cien metros monte abajo.
Por el entrador de Vivens, hasta el cruce con la señal que indica la dirección hacia Ibi, a unos 8 kilómetros, atravesamos por la finca Mas de Brossa, cuya disposición de tierras tiene forma poética, diríase con sonido a soneto. El silencio no impide el vuelo de alguna perdiz roja alertada por nuestras pisadas, pese a que nos ocupamos de no hacer ningún ruido por si se tercia el avistamiento de algún animal ungulado, como los muflones, por estos lares abundantes y asalvajados.
Antes, en el mismo mirador de la Carrasqueta, una señora de media edad nos pregunta si el camino que se abre por el depósito de sal hacia la Penya Reona es transitable y cuál es el grado de complicación del sendero.
Una de las imágenes más bellas que se pueden tomar y observar en Jijona, en su vasto término municipal, el quinto mayor de la provincia más montañosa de España, es la de Penya Migjorn, en lontananza, al final de los bancales de Brossa y El Niño, conocidas fincas privadas de aquí. Con un almendro rosáceo en plena floración abrigado por las relucientes carrascas. Esta imagen, cuando hay nieve o escarchas, es de ensueño real.
Nos disponemos a ascender hacia el refugio del Esbarzerets con la confianza de que hoy, por ser entre semana aunque no sea determinante, podamos usar la mesa y asientos de madera bajo otra selvática carrasca. El sol se hace espeso y el sendero, que forma parte del Camino del Sureste de Santiago, con salida desde la playa de Poniente de Benidorm, más que polvoriento, sediento.
A 1.164 metros de altitud, nos cruzamos con un grupo de 3 senderistas con dirección al Pou del Surdo o de la Neu, lugar endiabladamente bello que el Ayuntamiento de Xixona tiene olvidado y maltratado con un hotel clausurado. Y en eso que pasa una avioneta amarilla de reconocimiento y, más que avistar al piloto, podría decirse que le saludamos dándole la mano, tal es la elevación de la cima. Al otro lado, Ibi se empina hacia otra cordillera emblemática allende la autovía.
Tras reponer fuerzas en una mesa en la que no faltan ni los frutos secos ni el turrón tipo Jijona, alcanzamos la cima de la Carrasqueta, a 1.205 metros, también en término de Ibi, pero lindando con el pueblo turronero. Las vistas son impresionantes, por la verticalidad de la belleza natural hacia el Mediterráneo y por los carrascales preñados de elegancia a babor y a estribor, espeicialmente las laderas dels Plans y, al fondo empujando para salir del caparazón, la omnipresente montaña acampanada de Benidorm.
El regreso tras el cruce con otros senderistas procedentes de Ibi es, lógicamente, más placentero, pues el sol de un marzo casi veraniego empieza a remitir y casi todo es cuesta abajo.
Aún hay tiempo para escuchar, ante tan ensordecedor silencio y en los más denso de las pinadas, el arrullo de las palomas torcaces, ya en plenos devaneos amorosos tras despedir recientemente a los zorzales, de viaje regreso a sus moradas naturales primaverales en las selvas soviéticas.
El verano se ha adelantado por tanto cambio climático y la naturaleza lo sabe.
Serra del Quarter, el punt més elevat del vast terme de Xixona
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