La montaña absorbe suavemente al mar desde La Grana

Una vez alcanzada la cima y quizá el pico más elevado de La Grana, en el término municipal de La Torre de les Maçanes lindando casi con el de Xixona, se otean en lontananza la capital turística de la Costa Blanca, Benidorm, y la capital provincial, Alicante, pero la visión es tan paradisíaca que el senderista cree meterse las vistas directamente en el bolsillo

Esta sierra es, en realidad, límite o confín de varios términos municipales: La Torre de les Maçanes (donde se inserta La Grana), Busot (con el omnipresente Cabeçò d’Or justo enfrente), Relleu (al fondo entre las nubes) y Xixona (con la partida de Abió como hito allado de este monte, bello y de gran diversidad y riqueza vegetal.

Su eje geodésico, de difícil localización entre un mar de carrascas, marca los 1.095 metros de altitud

Una altitud que no sólo se nota en el aire de levante, que sopla fresco incluso en las horas centrales de un día primaveral, sino sobre todo en las impresionantes vistas panorámicas desde el cerro o pico. Con la bahía de Benidorm y su isla (o también denominada isla de los periodistas) azul turquesa y espumante a todas horas. Con el skiline de los rascacielos de apartamentos y hoteles de la capital de la Costa Blanca.

 

Con el omnipresente Puig Campana que parezca desde la Grana (también conocida como serra Galiana) que se quiera dar directamente un chapuzón en aguas de Benidorm.

Al centro, el verde claro, noble y chillón mezclado con los blancos y rosados de esa roca única que es el Cabeçò d’Or, visto desde su parte norte, justo al otro lado de Busot y sus emblemáticas Cuevas de Canalobre.

 

Subir por el sendero del Carrascal de La Torre de les Maçanes, venidos desde el municipio rural de l’Alacantí, es reencontrarte con el incipiente bosque que arranca con suma fuerza tras las persistentes lluvias de abril, mayo y junio. Pero también supone un regreso al triste pasado de los incendios forestales, especialmente virulentos hace dos décadas con toda esta rica zona medio ambiental, quizás llamada a convertirse algún día en parque natural o, al menos, alguna otra figura de máxima protección y conservacionista para generaciones venideras.

És una zona amb un valor natural extraordinari. On el senderista (si pot ser no anar-hi en època de caça menor del tudó o de la perdiu roja) pot albirr precisament estes dos aus, fins i tot en época de reproducció i amb les seves cries acabades de nàixer.

O sentir molt a prop el bufit característic del por senglar quan empren la fugida, bé el mascle, bé la femella amb les seves cries. O sentir eixe bàndol de gralles que busquen ja refugi als riscos del Cabeçò brillant com si fos d’Or.

 

Este paratge és una autèntica passada.

Sobretot, perquè sembla que la montanya, la Grana o serra Galiana, estiga absorbint literalment i suave el Mediterrani: el de Benidorm, el d’Alacant, el de Santa Pola. Fins i tot, el de Cartagena, un poc més lluny, però alhora a prop.

La vida es corta, pero dulce! La vida és curta, però dolça!

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