Reencontrarse anhelosamente con la naturaleza tras muchos días de fiereza tormentosa que coinciden con ausencias personales siempre es una experencia cuanto menos religiosa, como decía la canción del hijo de Julio Iglesias, porque la montaña habla por partida doble y hoy lo hace con aroma a musgo creciente
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— Bernat SirventColoma (@BernatSirvent) March 31, 2022
Con un episodio de lluvias persistentes prácticamente desde el pasado 14 de marzo y que, aunque arrancaron con registros escuálidos, poco a poco han crecido en intensidad de punta a rabo del término municipal. Con ese episodio, que tanto se echaba de menos en un terruño reseco hasta el extremo en los últimos meses, la naturaleza ha cambiado y sus caminos se han convertido en un sendero de sonidos claros y dulces, como el propio agua.
Riu Coscó, en la costera d'Ibi, Xixona, esta vesprà del 31 març 2022 pic.twitter.com/lYktlsyxvP
— Bernat SirventColoma (@BernatSirvent) March 31, 2022
En la fuente de Nutxes, uno de los principales sinclinales de Xixona, huele a mojado casi siempre, pero ahora el sabor y olor a agua casi ahoga de placer.
Con una compañera de excepción hoy arrancamos la marcha, que se toma una primera parada y fonda inexcusable en Nutxes. La balsa, con las dos fuentes caballeras en sendas cuevas y con la acequia madre atiborrada de agua espumosa, viva y agreste, es todo un espectáculo. Hace apenas un mes, en otra ruta por la costera de Ibi y el barranc de Castalla, ya nos hicimos eco aquí de la penosa imagen que ofrecía este reducto húmedo del pueblo turronero.
Agua, agua y agua, en cantidades nada desdeñables de metros cúbicos por segundo, si se suman a los de este conocido y aprovechado sinclinal el agua que se recoge desde, un poco más allá, a los pies de Roset y de los cinco barrancos el río Coscón, afluente del Seco que después pasará por el casco urbano de Xixona.
Agua que llueve sobre mojada, como nos confirman dos lugareños del área residencial de la Carrasqueta, pues sólo en la tarde de ayer se recogieron unos 40 litros por metro cuadrado, lo que convierte a este marzo en uno de los registros históricos, con cantidades próximas a los 400 litros por metro en la Sarga y en el alto del puerto de montaña.
Agua y agua y más agua, que chorra hasta por la roca. Por el camino de piedra caliza y cantos rodados que asciende hacia la Llibrería. Agua que brota lívidamente por doquier, incluso por el peñasco aislado quizás por algún movimiento tectónico de hace millones de años, manchado hoy, más que de naranja y negro, de otro color gris a líquido elemento babeando hacia la cepa del cerro.
El agua, que ha sido intensa en algunas momentos de algunas jornadas, no parece haber hecho más mella, afortundamente, en ese icónico peñasco que simula o evoca una librería con ejemplares dispuestos uno encima del otro sin descanso. La caída de cascotes de proporciones considerables junto al sendero que conduce al Salt del Moro parece que quedó ahí, cuando lo contamos a principios de este lluvioso marzo, ajenos aún a estos maravillosos lluviosos días.
Agua dulce y cristalina que, al golpear contra más cantos rodados en la cuenca del río Coscón, a la altura del Salt del Moro, se vuelve espumosa, brava, ruidosa, viva
No hemos asomado aún como quien dice el morro por esa librería pétrea y caliza y se escucha el rumor al agua. Agua dulce y cristalina que, al golpear contra más cantos rodados en la cuenca del río Coscón, a la altura del Salt del Moro, se vuelve espumosa, brava, ruidosa, viva.
Amable jornada de senderismo ribeteada con la subida por la costera de Ibi, con sonido permanente a corcheas de corriente que bajan por el pentagrama de Gordollobos a babor; a estribor con reflejos permanentes en la piedra negra; con gotas gordas de más lluvia a mediodía y bocadillo de tortilla y cítricos y, siempre siempre, chocolate negro puro de Antiu Xixona.
Hoy los animales nos han olido o es que la lluvia los ha movido. Ni ciervos, ni muflones, ni arruis, ni menos aún los huidizos jabalíes. Por no otearse en el horizonte, ni la sombra de cruz del buitre común o el leonado, ni el aleteo de la paloma torcaz. La fauna está hoy en Jijona a cobijo no sea que se venga abajo la nube creciente y menguante con el viento fino de levante.
Y el remate de esta jornada, en la que aprovechamos para reclamar un mayor aprovechamiento de nuestros recursos hídricos, con el tórrido verano a la puerta de la esquina, lo protagoniza un euro. Un simple, metálico y terroso euro, agarrado como una garrapata al sendero hasta que lo han visto nuestros ojos, pendientes a esas horas de observar a lo lejos el reflejo brillante y bello de las laderas que se intercalan entre la primera y la segunda querena, a espaldas de Roset, omnipresente hasta para hacer de caja de resonancia en el barranco por donde discurre, tras su regulación en el pequeño embalse contra grandes avenidas, el agua brava, clara y cristalina.
Sí, como nos dicen algunos lectores, una gran alegría tanta agua, porque año de lluvias, año de bienes.
Francisco Martínez Mulero, prestigioso ingeniero con plan de presas
Pero, paralelamente, tristeza profunda de pensar que van millones de litros de agua directamente al mar. Que sí, que cumple su misión natural, como nos han advertido algunos listillos por aquí o en nuestras redes sociales. Pero no estaría de más, como ya nos anunció en exclusiva en el año 2017 el entonces secretario autonómico de la Conselleria de Agricultura, Francisco Martínez Mulero, prestigioso ingeniero agrónomo hoy presidiendo la empresa pública Seiasa, un plan para construir presas y embalses de tipo medio en municipios próximos a la costa, como Xixona, donde almacenar, al menos, una importante de las lluvias intensas de las cada vez más frecuentes danas, borrascas y gotas frías.
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