Migjorn, Migdia o Forat: tres nombres para una montaña única en Jijona

Es garantía, siempre una gozada y una eclosión de energía positiva e impresiona doble o triplemente observar desde incomparable atalaya el ascenso imparable de un runner jijonenco acompañado por dos perros que no pueden seguir el ritmo del bravo deportista a poco de alcanzar la cima a 1.226 metros

Ilustramos nuestra excursión a la Penya Migjorn, Migdia o Forat de la Penya con esta imagen que combina el verde con el marrón rojizo en el cerro que, allá en tierras de la partida de Serenyà y Pineta, fue pasto de las llamas el pasado 13 de julio, uno de los días más calurosos del verano con permiso de la ola de calor del pasado fin de semana agosteño.

Y lo ilustramos así para tratar de profundizar en la necesidad de tomar todas las medidas preventivas posibles. Porque la sequedad de la montaña es extrema, incluso a más de mil metros de altitud donde las elevadas temperaturas espoleadas por el incesante cambio climático son menos rigurosas.

Son las primeras horas tras el estado de alerta decretado por la Generalitat Valenciana entre el jueves y el lunes a causa de la ola de calor. Y hay ilusión por pisar de nuevo el monte, posiblemente el más icónico de todos los macizos jijonencos: Penya Migjorn.

Nuestro compañero y asesor senderista, Miquel Valois, nos advierte nada más iniciar la marcha, arriba de Pineta para reducir el kilometraje en día aún caluroso y húmedo, de la gran cantidad de un insecto muy conocido: la garrapata.

Ni la loción farmacéutica de tres pavos logra ahuyentar tan molesto y peligroso insecto, que se nos pega a poco de la escalada entre piernas y antebrazos.

Pero nada nos detiene, sendero arriba, en nuestro objetivo de volver a coronar esta mágica y cautivadora montaña, vista desde todos los puntos cardinales y aún más por los pescadores de El Campello, que usaban el macizo rosáceo con agujero como reloj para regresar a puerto, tal y como ya puso de manifiesto en su interesante libro Les muntanyes de Xixona el profesor y escritor Josep Miquel Arques Galiana.

Los grajos cerca del agujero, en los riscos rosáceos, nos anuncian que ya estamos en la precima

 

. En un repecho tras salvar los particulares alpes jijonencos entre encinas, pinos y abetos, el sonido seco de la piedra descubre a dos ejemplares de cabras arruí en la zona. Parecen regresar, en lontananza, con el resto del rebaño en un barranco de los que remite a tierras de los Ameradores, camino ya de Montnegre y Sílim.

 

Pero no sólo cautiva la montaña por sus elementos intrínsecos, desde la naturaleza viva hasta la refrescante brisa levantina tras muchos días de seco poniente.

 

Nos sorprende y mucho la extrema velocidad en su ascenso por un runner jijonenco acompañado por dos perros, que más pareciera que sufren por seguir el ritmo del amo. Un auténtico atleta que corona los mil y pico metros con la misma frescura con la que inicia, entre losas de terrazo, un descenso que realmente da vértigo.

Nuestro descenso, tras divisar el casco urbano de Jijona y de Tibi a vista de pájaro, con el horizonte de Alicante entre brumas de calor y humedad, es mucho más relajado. Tanto es así que en un tris tras anochece y la luna creciente se enseñorea por la otra senda próxima a la primera y segunda querena. La luz es insuficiente pero también embellece de modo supremo esta icónica y omnipresente montaña.

La Penya Migjorn, Migdia o Forat de la Penya es garantía, siempre una gozada y una eclosión de energía positiva.

La vida es corta, pero dulce! La vida és curta, però dolça!

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