L’Exquisit Mediterrani, lema con el que ahonda la Generalitat Valenciana y sus rectores turísticos como Francesc Colomer, ofrece signos de abandono en el alto del puerto de montaña de Xixona con numerosos árboles de los 21 plantados hace un año secos y tumbados y demasiada mala hierba que incluso impide ver las papeleras…
No sabemos si el mirador panorámico del alto de la Carrasqueta, en el que la Generalitat Valenciana, a través de la Conselleria de Obras Públicas invirtió la nada desdeñable cifra de 160.116 euros hace ahora justo un año, debe ser mantenido por la Administración autonómica o por el Ayuntamiento que dirige la alcaldesa Isabel López.
Seguramente, ambas administraciones tratarán de tirarse la pelota en el tejado del otro, todo un clásico en el mundo de la política.
Pero ni los ciudadanos jijonencos ni, por supuesto, los miles de turistas que nos visitan (y que empiezan a volver a hacerlo y lo harán con más intensidad en la fase 1 del confinamiento) merecen esta imagen de abandono, cuando no de absoluta dejadez.
Dejadez y abandono que es perfectamente visible y cuantificable: de los 21 árboles que fueron plantados hace un año, 5 están secos desde que los plantaron, cuatro siguen volcados o tumbados desde el primer día y cuatro puntisecos.
El cliente turístico precisa de hospitalidad y de momentos agradables para sus sentidos. Es la única forma de fidelizar a un visitante ocasional o no para que regrese a Xixona a hacer turismo rural y, de paso, a tomar tapas, tomar un helado, comprar turrón o una toña.
Ni alguna que otra papelera de las instaladas hace un año se logran ver debido a la altura que adquirido la mala hierba en un año especialmente pluvioso. Pero ni esa generosa lluvia es excusa.
También han llegado los guantes de látex a este espacio único y bucólico, una suerte de balcón en suspensión desde donde se puede tocar, casi, con una mano el cielo y con la otra un pedazo del mar Mediterráneo
También han llegado los guantes de látex a este espacio único y bucólico, una suerte de balcón en suspensión desde donde se puede tocar, casi, con una mano el cielo y con la otra un pedazo del mar Mediterráneo. Eso ya es cosa de los descerebrad@s y maleducad@s que usan el suelo, la tierra, los lugares, como si fueran de ellos.
Y la naturaleza en mayúsculas es de tod@s.
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