«Pasada la Merced, los turroneros de Barcelona se marchaban y no volvían hasta después de Reyes»

Relata el escritor Antonio Monerris Hernández en los capítulos de septiembre y octubre de su libreto ‘Antiguas Costumbres Jijonencas’, editado por la Asociación de San Bartolomé y San Sebastián en el año 1985, que «en los primeros fríos de Santa Teresa la ciudad ya olía a almendra tostada y a miel cocida y se incrementaba el acarreo de madera a las fábricas a través de las calles y a grandes pasos»

Septiembre:

«Con los comentarios de las fiestas, se entraba en septiembre. Regresaba personal que había estado ausente de la ciudad durante todo el verano. Se recogía la almendra y se empezaba a hablar sobre la inminente temporada turronera.

En el día de la Natividad de Sana María, terminaba la verbena dominical y festiva en la plaza y entraban en la actualidad las proyecciones cinematográficas en las idénticas jornadas que citamos y ya pasada la Merced los turroneros vendedores del producto en la Ciudad Condal se dirigían a dicha capital y de la que no regresarían hasta después de Reyes».

En los albores de octubre, se contaba con porrat a intramuros, el de San Francisco de Asís, en el convento de Capuchinos

Octubre:

«En los albores de octubre, se contaba con porrat a intramuros, el de San Francisco de Asís, en el convento de Capuchinos. También de arraigada tradición, revestía las características propias de los restantes celebrados a lo largo del año.

La plaza frente al edificio, casi saliéndose de la ciudad, era el popular escenario donde se instalaban los tenderetes, puestos de turrón, buñuelos y, al mismo tiempo y entre la afluencia de la gente, se realizaban las clásicas subastas de los artículos recogidos por el encargado mediante donativos.

Superadas estas fechas, aparecían los primeros fríos que el vulgo denominaba de Santa Teresa, y la ciudad ya olía a almendra tostada y a miel cocida.

El acarreo de madera a las fábrias a través de las calles se incrementaba y a grandes pasos se entreba en el pleno auge temporero del otoño, que no cesaría hasta las puertas de la Navidad».

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