Entre los años 1913 y 1915, la agricultura jijonenca vivió una situación calamitosa debido a la sequía sobre los cereales y a la filoxera sobre la viticultura, lo que empujó a muchos paisanos (y a otros vecinos de La Marina Baja) a emigrar a Orán y Argel, sobre todo para vender turrón
En un interesante capítulo más de los que nos brinda el ex alcalde y ex cronista oficial de Xixona, Fernando Galiana Carbonell, en su libro ‘Anales y Documentos Históricos sobre el Turrón de Jijona’ (Gráficas Ciudad, 1986 y patrocinio del Consejo Regulador) el relator explica que las emigraciones de Jijonencos al Oranesado se hicieron generalmente para vender turrón, aunque algunos se dedicaron a la agricultura.
Añade que el trabajo de los turroneros jijonencos emigrados a la zona magrebí arraigó entre la sociedad, «pese a las costumbres y gustos distintos». Tanto es así que aún hoy (habla el cronista en mitada de la década de los años 80 del pasado siglo) que la población argelina, que a raíz de la independencia de aquella nación marcharon a Francia y de nuevo reconstruyeron sus vidas, continúan indefectiblemente por la Navidad proveyéndose del turrón de Jijona que a Francia se exporta y que constituyen el núcleo consumidor principal, de donde se espera que en el transcurso de los años se irradie por medio de este sector de ‘pieds noirs’ al inmenso público francés, que sólo conoce el nougat de Montelimar y no ha tenido ocasión de degustar la exquisitez del turrón de Jijona.
No iba desencaminado Fernando Galiana hace cuarenta años, pues Francia es uno de los destinos principales del turrón made in Jijona en el conjunto de Europa y del mundo. Además, la compra de turrones en la propia Jijona y Alicante por parte de colonias y ciudadanos de argelinos sigue siendo un capítulo muy interesante. Este blog ya fue testigo a finales de noviembre, al principio de la campaña, de la compra masiva (unas 50 tabletas) por parte de un ciudadano argelino en el centro comercial de la cadena Alcampo para llevar a sus familiares para celebrar la Navidad.
El cronista narra pequeñas biografías de algunos de los principales turroneros que emigraron a lo que él denomina Oranesado, la Berbería o la Argelia.
ARGEL
Manuel Sirvent Verdú tenía la razón social Societè Sirvent Pére & Fils, en Rue d’Aubert. «Este artesano y diligante jijonenco conocía los secretos y técnicas de fabricar el turrón y buscando nuevos prometedores horizontes, por el año 1911 marchó en el correo martímo de Alicante hacia la capital argelina llevando su modestaca carga de turrones y dulces en las cajas confiteras, junto con la mesa y bancos de la parà, sin conocer a nadie, ni saber la lengua oficial francesa, solo contaba en su haber con su intrepidez, hombría de bien y ganas de trabajar», nara Fernando Galiana.
Asegura que a Manuel Sirvent Verdú no le hacían falta sofisticadas máquinas, ni boixets, sino que recurrió a los primitivos instrumentos usados por sus padres y abuelos para elaborar turrón. A saber, piedrea de refinar, mal llamada chocolatera, caldera de cobre, puncha, graelles o parrillas para dosificar el fueto, tallant o sierra para cortar las barras de turrón, cajas confiteras, cajones de media cocida y obleas, que no había en Argelina, junto a cuiros de miel y almendras marconas y pestañetas peladas y secas.
El negocio prosperó y tuvo que pedir a los talleres mecánicos de jijona boixets y mecánicas (maquinaria específica para elaborar turrón Jijona y Alicante), así como bombos para grajear peladillas (almendras recubiertas de azúcar). Por el puerto de Alicante se enviaban sus máquinas y sus materias primas, como las almendras y las cajitas de madera. Llegó a amplear a 40 jijonencos para la venta y, posteriormente, también la de helados en Argel.
Los descendientes de Nelo, que así se conocía a este xixonenc emprendedor, tuvieron que emigrar medio siglo después de la instalación de la fábrica de turrón a Marsella, a raíz de la emancipación de Francia. En esa ciudad del sur de Francia montaron una confitería, donde aún se vendía a el turrón importado de Xixona a la hora de narrar el cronista este libro.
ORÁN
Miguel Soler y Dolores Soler. A principios del pasado siglo salió del puerto de Alicante con el turrón preparado para su venta al detalla este matrimonio acompañado de sus hijos, uno de ellos el padre político del cronista Fernando Galiana.
Antonio Mira Bernabeu y Asunción Espí. Rue del General Leclerq. Orán. Este matrimonio fundó el negocio. Pioneros entre los jijonencos para implantarse en el Oranesado. Heredaron un puesto de turrón antes de empezar el siglo XX de la madre de Asunción, llamada tía Liboria.
Vicente Morant. Rue de la Bastille. AVenue Dr Strauss alias Marche. Orán. Entre 1910 y 1911 desembarcaron el puerto de Orán Vicente Morant y sus hermanos Antonio y José, que, acuciados por la sequía y la filoxera, dice el relator, «tuvieron la osadía de ir a lo desconocido, cargados sólo con el bagaje de sus ganas de trabajar».

Fernando Galiana Carbonell.
José Morant. Rue de la Moresier, 7. Plaza Bastille. Orán. El kiosco montado junto a la catedral exhibía en su rótulo la marca La Jijonenca-Alhambra. En 1935 aprovechó la maquinaria y material de una fábrica de turrones que se instaló en Alicante y que no llegó a funcionar para mejorar su negocio en Orán. Asegura el cronista que el mayor momento de esplendor de este y de todos los negocios xixonencs en el Oranesado se dio mientras estuvieron las fuerzas americanas establecidas en aquellas bases.
Antonio García Soler Roscat. Rue Bernardin, Plaza BAstille. Cuenta Fernando Galiana que Rita Asensi y su esposo salieron en un velero pequeño e incómodo que se agitaba en el mar como una pluma llevando consigo una pequeña muestra de los fabricados típicos de Jijona (Jijona, Alicante, Guirlache y Yema). Se instalaron en la calle, cerca de las Galeries de France. Simultanearon la elaboración y venta de turrones con helados. Tras la emancimación montaron un negocio confitero en Niza.
José Candela, Braç de Ferro, fue ejemplo digno de emigrante norteafricano. Su afición por la agricultura le llevó a comprar unas tierras en Casablanca donde cultivó pencas y patatas de Xixona, así como uva de mesa Valencí. La finca se ensanchó y montó en ella granja, fábrica de turrones, caramelos y peladillas
Vicente Asensi. Calle Ancha y Rue Montagalí. Orán. Se estableció a primeros del pasado siglo, en 1904, con maquinaria para hacer Jijona y Alicante (boixet y mecánica). Murió allí y allí está enterrado junto a su esposa.
Fernando Asensi. Rue de Argeux. Parece que pariente del anterior, según Galiana. Dispuso de fábrica pequeña. Se olió la revuelta callejera, preludio de la independencia, y vendió su negocio turronero a un judío y se marchó a París, donde montó un negocio de taxis, donde parece que todavía vive, según relató Galiana en 1984, lo que refuerza la idea de nuestro titular de Turroneros por el mundo.
Guillermo Verdú Mira. Instaló su fábrica en el barrio Sette Petite o nuevo barrio oranés y los albañiles fueron expresamente desde Jijona. Impulsó el negocio alquilando carros callejeros de helados a jijonencos que se atrevían a ir a Orán en la década de los años 30 del pasado siglo. Dice Galiana que suministraba 3.000 litros de helados al día a la intendencia americana.
Antonio Serra. Boulevard de Mascara. Se instaló en 1920, con ventas al mayor importantes y su mercado básico era Sidi-Bel-Abbés, Tlemecen y en romerías de Orán. Como casi todos, lo perdió casi todo al serle inacutado y volver a Jijona.
SIDI-BEL-ABBES
Vicente Pagán Candela. Se estableció en este municipio del departamento de Orán, a 150 kilómetros de la capital. Hijo de alicantino y de jijonenca, recibió de esta última las habilidades del turrón. En 1910 marchó a Argelia con su hermano Remigio. Empezaron a fabricar turrón ‘a brazo’.
RABAT
Tomás Ivorra. Avenue de Daq el Maghzen. Llegó al reino Alauita en 1922 este jijonenco. Procedía de Argentina, donde había ido a colaborar en un negocio de un pariente de su progenitor.
CASABLANCA
Manuel García Ivorra. Marchó por los años 1950 y se instaló en una céntrica calle.
José Candela, Braç de Ferro. Relata Galiana que fue ejemplo digno de admiración este emigrante norteafricano. Relata que un día con 18 años decidió ir a Alicante y embarcar en el puerto hacia Casablanca. Fue cuidador primero de vides. Su afición por la agricultura le llevó a comprar unas parcelas de tierra en Casablanca donde cultivó pencas y patatas de Xixona, así como uva de mesa Valencí. La finca se ensanchó montó en ella granja, fábrica de turrones, caramelos y peladillas. «Al final, para poder subsistir, tuvo que entregar una participación del 50% de su firma Pastisserie Candela Et Cie a los marroquíes», cuenta Galiana.
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