(ArtÍculo de BERNARDO GARRIGÓS SIRVENT, cronista oficial de Xixona)

Bernardo Garrigós tirándose de cabeza a la fuente./FOTO FEDERACIÓ
Esta es una historia, buena o no, pero tiene un inicio de lo más cinematográfico, pues empieza por el final. El final llegó hace unos 5 o 6 años cuando decidí que mi hijo, me acompañara a uno de los actos con los que más disfrutaba de joven, la Banyà. Quería enseñarle el gran ambiente que se crea a lo largo del recorrido, con la interacción entre el público que participa lanzando cubos de agua y los festeros, y en especial en la denominada balsa del asilo, que ni es balsa, ni ahora está en el Asilo, es decir en la fuente más que centenaria, que se encuentra en la placeta del Convent.
Esta fuente se ha utilizado desde hace muchísimos años como la verdadera pila bautismal festera de los más jóvenes o de los neófitos en las fiestas de Moros y Cristianos
Esta fuente se ha utilizado desde hace muchísimos años como la verdadera pila bautismal festera de los más jóvenes o de los neófitos en las fiestas de Moros y Cristianos. Así los veteranos de cada filà convencían, o llevaban en volandas, o a rastras a los neófitos, para que se sumergieran en las frías y a veces coloreadas aguas, no del río Jordán, sino de la única fuente monumental, que posee la ciudad del turrón. Para mí el hecho de sumergirme en estas aguas suponía el dar inicio a la trilogía festera, con un rito, que implicaba, año tras año, vivir de nuevo las fiestas de Moros y Cristianos, y como no, envejecer, contar con un año más.

Bernardo Garrigós y su hijo Guerau, protagonistas de esta aventura festera./FOTO FEDERACIÓ
Como buen amante del agua que soy, como dirían los más viejos del lugar, este és de secano, deseaba que el trago pasara lo más rápidamente posible, y para ello me sumergía en el agua de forma rápida. Por ello realizaba un ritual. En primer lugar subía al vaso exterior de la fuente arrodillándome para salvar la distancia con la calle y con la ayuda del algún voluntario me ponía de pie. Con las manos y señas solicitaba a mis compañeros de filà que se apartaran del interior de la fuente dejando y un metro cuadrado de espacio, seguidamente ponían la cabeza entre los brazos, los bajaba, me impulsaba con los pies y me lanzaba de cabeza al agua, literalmente.
En aquella ocasión mi hijo estaba ya dentro del agua jugando con los más pequeños de la filà Llauradors en una especia de baile dando vueltas a la fuente y espolvoreando agua a todos aquellos que se encontraban fuera. De súbito y, creo yo, que sólo con el ojo izquierdo, vio lanzarse al agua a su padre y se quedó cariacontecido, realmente impresionado y con un ligero color de cara blancuzco, diríamos más bien pálido.
El fill té més coneiximent que el pare! En ese preciso instante comprendí que había finalizado mi periplo como saltador olímpico de trampolín
Yo nada más sumergirme en el agua, soltar el aire y salir a la superficie, pensé: “¡qué bien me ha salido este año!”. Mis ojos buscaban a Guerau esperando ver la felicidad reflejada en sus cara, por la maravillosa gesta que había hecho su padre. Realmente el agua que se resbalaba por mi cabeza y me caía sobre los ojos no me dejaba ver nada. Al final mis ojos lo encontraron, pero realmente ocurría algo extraño, ya que no estaba saltando de alegría y chillando, sino más bien estaba pálido, lívido, con el rostro mirando al agua y muy, muy enfadado. Me acerqué y sólo me dijo en un perfecto castellano, muestra de su gran enfado: ¡eso, no lo hagas nunca más! Como diría más de uno: el fill té més coneiximent que el pare! En ese preciso instante comprendí que había finalizado mi periplo como saltador olímpico de trampolín.

En la esquina inferior derecha Bernardo alcanzando la fuente. En la esquina inferior izquierda, Guerau jugando a lanzar agua./FOTO FEDERACIÓ
Finalizado el acto y una vez serenado su espíritu. Le intenté explicarle a Guerau, que no era muy peligroso, sino que requería de una técnica especial: conocer la profundidad del vaso de la fuente; antes de lanzarse, colocar la cabeza entre los brazos, un buen impulso para intentar entrar en el agua casi en paralelo a ella; es decir, casi un planchazo, al sumergirse el truco
estaba que primero debía tomar contacto con el agua los brazos, que tenía que bajar para que estos fueran los que tocaran con el suelo y permitieran impulsarme hacia arriba, había que lograr que los pies no golpearan al suelo. Le dije, no te preocupes lo tengo controlado y lo he practicado durante muchísimos años. Su respuesta fue: ¡eso, no lo hagas nunca más!
LABORATORIO DE I+D DE BARBARIDADES FESTERAS EN EL CONTRABANDO
Mi participación en la Banyà no se reduce a este anécdota, sino que durante los años que pude compartir con mi cuadrilla de jóvenes amigos las fiestas de Moros y Cristianos, creamos en el contrabando un laboratorio, como se diría en la actualidad, de I+D de barbaridades festeras para disfrutar de la Banyà, en la balsa del asilo. Pero esto es otra historia.

Desfile de la Banyà en compañía de Gaspar Valverde, fester de l’any cristià de 2019./FOTO FEDERACIÓ
Postdata: Como las buenas películas, esta historia puede tener su continuación. Estoy deseando que dentro de unos años mi nieta me pregunte, ¿iaio que es eso de la Banyà?. No te preocupes Sofía, el iaio te lo explica.
Todas las imágenes son gentileza de la Federació de Sant Bartomeu i Sant Sebastià.
Deja una respuesta