La casca de Valencia o de Reis siempre se ha elaborado en Xixona

Los turroneros de Jijona ofrecían a sus clientes cascas de Valencia desde mediados del siglo XIX. Por ejemplo, en 1918, Antoni Ibáñez vendía sus cascas a 3,25 pesetas el kilo en cajas de 3 a 12 kilos, según relata el Cronista Oficial de Jijona, Bernardo Garrigós Sirvent

Este producto tiene su origen más inmediato en la casca dels Reis que se solía consumir el día de Reyes para conmemorar la llegada de los magos de Oriente a adorar al niño Jesús.

Culinariamente la pasta de la casca dels Reis presenta dos novedades con respecto al mazapán: la primera es que, mientras en el mazapán se mezclan a partes iguales el azúcar y la almendra, en la casca la proporción de azúcar es la mitad que la de almendra; la segunda diferencia es que a la casca se le añade huevos y la tercera es que la casca se suele rellenar con yema, boniato, calabaza o cabello de ángel y su superficie superior suele ser pintada con un merengue especial antes de llevarla al horno, cuenta Bernardo Garrigós en su blog.

Hunde sus raíces en los dulces moriscos

La casca dels Reis, por los ingredientes que emplea (almendra y azúcar) hunde sus raíces en dulces moriscos. Una de las primeras referencias se halla en la obra de Jaume Roig, escritor del siglo XV, quien cita a unas mujeres “casqueteres” que vendían el dulce en Valencia.

Tras la Guerra de Sucesión y con la llegada de la dinastía Borbón, comenzó a expandirse el consumo del roscón de Reyes, un dulce de origen occitano que desplazó a finales de los años 1960 a la casca en estas celebraciones.

La casca o casca de Valencia es un dulce que se elabora con mazapán. Tiene forma de corona circular de mazapán que se rellena de yema (casca de yema) o de boniato (casca de gloria).

Era tradicional que los padrinos regalaran a sus ahijados este sabroso dulce, puesto que una leyenda milenaria decía que los Reyes de Oriente portaban en sus alforjas las cascas para regalarlas a los infantes como así indicaba una cancioncita: “Senyor rei, jo /ja estic ací, // porte’m casques per a mi,// les garrofes i la palla, // per al seu rosssí…».

Bernardo Garrigós, cronista de Xixona, en su serie 'La història al balcó'.

Bernardo Garrigós, cronista de Xixona, en su serie ‘La història al balcó’.

La casca se elaboraba en las pastelerías y se solía acompañar de dulces de chocolate, si la economía lo permitía

La casca se elaboraba en las pastelerías y se solía acompañar de dulces de chocolate, si la economía lo permitía. Todo se disponía en el interior de una caja de cartón redonda con motivos decorativos que habitualmente se solía heredar de generación en generación y que la clienta aportaba a la confitería unos días antes de la efeméride.

También se podía elaborar en casa, entonces era la abuela la que las fabricaba siempre a escondidas de sus nietos, con el objetivo de que estos pensaran que las habían traído los Reyes de Oriente, indica el cronista xixonenc.

En los días previos a Navidad, María y Pepe, els ceguets, recorrían las principales casas de la ciudad de Xixona con una guitarra cantando villancicos y canciones populares a cambio de recibir el aguinaldo. Los propietarios les solían agasajar con una bolsita blanca con pastas típicas navideñas y dulces.

Una maravillosa descripción de sus andanzas se halla en el libro de Fernando Galiana Carbonell, Anecdotario Jijonenco, publicado en 1978. Esta historia se acompaña de un grabado de José E. López Mira.

Una de las canciones que ha quedado en la memoria es Doneu-me tonyetes que ja ve Nadal… En su parte central, que había quedado olvidada hasta que Maru González la recuperó, decía:

«Ens trauran casquetes

de ca del sucrer,

portarem guitarres

i tots cantarem»

La vida es corta, pero dulce! La vida és curta, però dolça!

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