Es una experiencia sensual de senderismo digamos cómodo y placentero en uno de los rincones más paradisíacos del vasto término municipal de Xixona, pues cuando penetras en él apenas sí tienes la sensación de extrema sequía que afecta a todo este territorio desde hace meses
Tanto si dejas el coche en la font de Nutxes (cuyo manantial ha menguado ostensiblemente en comparación al año pasado por estas mismas fechas) como si lo haces un poco más allá, en la Font de Roset, que adopta el nombre a partir de la majestuosa y misteriosa montaña que la abriga, las Peñas de Roset, es un paseo como quien dice de poco más de una hora. Ida y vuelta.
Una vuelta de lujo por la parte más continental del término municipal del pueblo del turrón. Una experiencia turística y deportiva delicatessen. Con pedigrí, como el propio turrón jijonenco.
Si encima tienes la chamba de que haya llovido siquiera mansa y ligeramente en la madrugada o de que el rocío de la noche gélida del paraje haya impactado bien sobre la superficie, el olor a tierra y a romero y a enebro y a aliaga y otras especies mojadas añade aliciente pituitario al caminante, que no se traduce sino en un soplo de felicidad.
Subes el sendero PR perfectamente señalizado hasta Matxet, otro rincón no exento de resguardado misterio y de silencio extremo denominado Segura, poco antes de toparte con la Llibreria, nombre con el que los lugareños bautizaron a la formación de un singular peñón fragmentado y estratificado de una forma tan peculiar que se asemeja a un pila de libros amontonados.
Y sin realizar esfuerzos añadidos de imaginación.
Ya sólo por estas formaciones rocosas de piedra seca formando pilas o filas, por los rojos especiales de los riscos donde sigue criando el águila real y otras especies de aves, y por las impresionantes vistas a lo lejos de las omnipresentes Peñas de Roset, que se te meten directamente en los ojos casi sin pedirlo (tan grande es su monumentalidad), ya vale la pena emprender esta excursión.
Pero quedan muchas cosas por descubrir a tiro de piedra, en la garganta de los cuatro o cinco barrancos que conforman esta singular senda en el corazón de la jungla de la sierra de la Carrasqueta, en su parte inmediatamente trasera.
Como, por ejemplo, los corrales para el ganado (fundamentalmente ovejas y cabras) excavados naturalmente en los riscos rocosos que desembocan en la garganta del río Coscón (afluente del río seco que muere en El Campello), en ascenso directo a la fuente de Gordollobos.
Se trata de singulares ejemplos de arquitectura agrícola que bien podrían ponerse en valor por parte del Ayuntamiento jijonenco para solaz y esparcimiento del caminante. Y aprendizaje directo de nuestros antepasados. Y de respeto profundo a nuestro patrimonio etnológico.
Unos corrales que no sólo servían para encerrar el ganado que pastaba por los bosques jijonencos, sino que también permitían ejercer de anfitriones cuando llegaban los tiempos de la trashumancia
Unos corrales que no sólo servían para encerrar el ganado que pastaba por los bosques jijonencos y que garantizaban carne y hasta estiércol para la agricultura, sino que también permitían ejercer de anfitriones a sus moradores cuando llegaban los tiempos de la trashumancia desde municipios del litoral de la Costa Blanca hasta dehesas más abundantes del nordeste de España.
Hemos dejado atrás Roset, las Peñas del mismo nombre (icono de la montaña jijonenca), Matxet, la Librería y el Salt del Moro, una definición que no sabemos bien de dónde procede y que alude a una pequeña cascada o salto de agua que se torna espectacular, eso sí, en tiempos de deshielo tras las nevadas en lo alto de la colina (Alt de la Martina o Serra del Quarter) o después de copiosas lluvias.
Es bifurcación directa en dirección o bien a la balsa de la fuente de Gordollobos (nuestra excursión de hoy) o bien hacia la empinadísima cuesta de Ibi, un camino que también hay que realizar si amas el senderismo al dejarte muy buen sabor de boca.
Ya huele de verdad a escarcha calentada con los primeros rayos del sol, que aquí son mucho menos generosos precisamente por la umbría propia de esa permanente sombra que generan a uno y otro lado de la garganta del río Coscón la sierra de la Carrasqueta, Matxet y los cuatro o cinco barrancos y sus correspondientes picachos que ascienden hacia el Alto de la Martina y el Arcaid.
Sin duda, un lugar que te hace olvidar, siquiera mientras dura la excursión, que la sequía es también extrema en los últimos meses en el municipio de Jijona y otros territorios de estas comarcas sureñas del País Valenciano.
Pero la vida está presente en esta garganta senda, que si algo tiene en demasía es silencio.
Hasta una joven cría de zorro, al que aún no le ha cambiado el pelaje ni crecido el rabo, nos saluda con cara de desconfianza
No es fácil hallar durante el itinerario defecaciones sobre piedras calizas de los zorros, muy presentes por aquí, ni los típicos movimientos de tierra y praderas de los jabalíes, omnívoros siempre en busca de raíces, bulbos y otros alimentos subterráneos.
Hasta una joven cría de zorro, al que aún no le ha cambiado el pelaje ni crecido el rabo, nos saluda con cara de desconfianza y, al tiempo, huyendo de la zona a brincos atemperados como si quisiera reírse de nosotros.
Y llegamos a la casa-cueva del tío Josep Nadal. Una suerte de fachada pétrea, faltaría más, con habitación interior y chimenea y estancia para buscar cobijo y resguardo en caso de virulenta tormenta, que en la zona se hace menos llevadera para el ser humano al descender ostensiblemente el termómetro.
Limpieza de excursionistas cívicos
El barrido en el pequeño patio o jardín de dicha cueva, junto a un pino centenario, de las hojas secas delata que el lugar ha sido visitado recientemente. Pero por personas respetuosas con el medio ambiente, pues, por fortuna, no aparece ni una sola mascarilla, ni lata de bebida, ni ninguna otra porquería.
Ni ahí ni en la próxima fuente del Calderer, en el mismo lecho del río Coscón, más seco hoy que un tostón por falta de precipitaciones. Explica el profesor y runner jijonenco Josep Miquel Arques en su interesante libro Les muntanyes de Xixona que esta fuente brota, cuando lo hace después de intensas lluvias, en forma de remolino.
Y seguimos ascendiendo sin prisas y sin pausas la garganta del Coscón, tras dejar atrás los primeros barrancos que nos llevan, en lontananza, a divisar importantes bosques de pino blanco que merodean otro blanco, la casa de vigilancia forestal en la cresta más elevada, la Martina.
Y comprobamos cómo siguen vallados con malla metálica varios agujeros profundos o luciérnagas señalizados con color verde y una calavera amarilla. Excavaciones o prospecciones realizadas a principios del siglo XX con la finalidad de extraer carbón, aunque al final se halló lignito.
Es la única circunstancia que ofrece cierto riesgo (aparte, claro está, de los terrazos sueltos de piedra del propio sendero) y que se salva con la prudencia, o sea, pasando siempre por el lado de ellos y sin mostrar la más mínima curiosidad por asomarse a ese abismo.
Nos decepciona ver que, además del gordollobos, ha visitado la zona algún otro burro, pues ha sido derrumbado un trozo del murete de piedra seca de la balsa
Y llegamos a la font de Gordollobos, que sigue manando un chorrito de fresca y natural agua pese a la sequía, lo cual indica la abundancia de acuíferos generesos en este rincón jijonenco profundo. Fuente que sería bautizada posiblemene por la abundante presencia en los alrededores de una planta silvestre, también denominada popularmente en otros municipios valencianos como treponera, col de moro y orella de burro, a la cual se le atribuyen ciertos atributos curativos.
Nos decepciona ver que, además del gordollobos, ha visitado la zona algún otro burro, pues ha sido derrumbado un trozo del murete de piedra seca de la balsa donde fluye el agua de la fuente. Un desalmado que más bien se mereciera una buena coz o más de una mula.
Cabanilles y su descripción de la Llibrería
Reproducimos aquí, como culminación de esta experiencia senderista, las palabras del geógrafo y escritor erudito Antoni J. Cabanilles sobre la Llibrería, inicio del sendero de la garganta del Coscón: «y se llega a la Llibrería, esto es, a la grande abertura que interrumpe de algún modo la continuación del monte. Todo de calizo de piedras sólidas, medianamente útiles para cal: sus bancos, regularmente de tres pulgadas de grueso con poca interposición térrea, están horizontales con alguna inclinación en las faldas, profundamente hendidos y como partidos en millares de fragmentos, ya en forma de ladrillos desportillados, ya en otras irregulares; pero con encaxes mutuos que los consolidan: los cortes perpendiculares aparentan un muro antiguo de ladrillos y por esta razón los llamó el vulgo Llibrería, o conjunto de legajos de libros sobrepuestos«.
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